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Pet Shop Boys: "Escribir un himno es muy difícil. Es más fácil ser un quejica"

Pet Shop Boys siempre han defendido que no es mejor ni más sensible quien más lágrimas derrama sobre su guitarra. Los más listos de la clase vuelven con ‘Hotspot’

Tennant y Lowe, con los trajes del vídeo 'Go West' (1993). Getty Images

Entre una manera complicada y otra fácil de hacer las cosas, Neil Tennant lo tiene claro: “Pet Shop Boys siempre irá a por la difícil”. ¿Un ejemplo? La carátula de su nuevo disco. “Suelen querer poner una foto de los dos en la portada, pero preferimos algo más abstracto. Le complicamos la vida todo el rato a nuestra asistente de dirección”, dice riéndose. Quedo con Tennant, letrista y cantante, y con Chris Lowe, compositor, en las oficinas de su discográfica en Londres. Promocionan Hotspot, su nuevo disco (el decimocuarto).
En el vestíbulo, una televisión emite sin sonido los últimos vídeos musicales de Marshmello y Macklemore. Tennant tiene fama de locuaz, pero Lowe es famoso por responder con monosílabos y cara de querer estar en otro sitio. Sin embargo, hoy los dos lucen una amplia sonrisa, bromean a menudo y se terminan las frases mutuamente, soltando risitas como adolescentes. En Hotspot todo rezuma la misma energía burbujeante de hits históricos como West end girls o It’s a sin. Lo grabaron en los estudios Hansa de Berlín, en Kreuzberg, donde David Bowie creó Heroes.Contaron con el superproductor Stuart Price, conocido por trabajar con Madonna y Kylie Minogue.
El disco recupera a los Pet Shop Boys clásicos. Abundan grandes canciones que parecen salidas de 1986. En Will o’the wisp, el tema que abre el disco, los sintetizadores se disuelven en una línea de bajo palpitante. Es el sonido que uno esperaría escuchar a las tres de la mañana en un sótano de Berlín Este. “Hace 30 años grabamos un disco en Alemania, pero fue en Múnich, no en Berlín”, dice Tennant.
“La escena gay era mucho más grande en Múnich. A Freddy Mercury le gustaba mucho, con todo aquel cuero y demás. Grabamos un disco en el campo, a las afueras de la ciudad. El productor tenía allí su propio matadero, donde por cierto grabé algunas voces”. “El tío solía ir a cazar y hacía sus propias salchichas”, añade Lowe riéndose. “Era un buen lugar para grabar. Tenía azulejos y estaba reluciente. ¡A Freddy le habría encantado!”
Hotspot es, por tanto, un disco berlinés. “Hemos tenido allí un apartamento durante los
últimos diez años”, dice Tennant. “Es una ciudad muy musical”, añade Lowe. “Vas a cualquier bar y siempre hay un dj al que no habías escuchado antes. De Berlín siempre vuelves conociendo algo que no hubieras conocido de otro modo. Un día volvíamos al estudio de grabación en mitad de la noche y el taxista estaba escuchando un mix. Stuart se giró y me dijo: ‘¡Dios, esta es la mejor noche de mi vida!’. En Londres o Nueva York, la vida nocturna está demasiado controlada, ponen límites al ruido, hay toques de queda y muchos locales están cerrando. Berlín aún conserva esa autenticidad y pureza”.

Habiendo vivido entre Londres y Berlín: ¿es la ciudad parte de la inspiración para Hotspot? “La verdad es que no”, reflexiona Tennant. “Muchas de las canciones tratan sobre el impacto que el mundo tiene sobre la gente, pero, sobre todo, el disco aborda el mundo de las relaciones, con Berlín como trasfondo. Las canciones elegidas para el disco son muy melódicas; también es un disco que editamos bastante para acortarlo. Hoy en día hay artistas que sacan discos con 20 canciones pero que no consiguen transmitirte el sentimiento de álbum. Eso fue un aspecto importante para nosotros”.
¿Es muy difícil escribir canciones divertidas de pop bailable en este clima político? “La dificultad no está en lo político, sino en lo musical”, afirma Tennant. “Para escribir una canción muy buena, se necesita cierta dosis de suerte. Dar con algo muy pegadizo y ridículo no es algo que puedas planear”. “Cierto”, añade Lowe. “Escribir algo con potencial de ser un himno es muy difícil, requiere inspiración. Es más fácil ser un quejica”.
Señalo la pantalla de televisión que está sobre nuestras cabezas, en la que vemos el vídeo de Despacito.¿Qué piensan las dos personas que transformaron el pop de los ochenta sobre el estado actual de las listas de éxitos? “¡A mí me gusta Despacito!”, dice Lowe con una amplia sonrisa. “Es extraordinariamente difícil escribir una buena canción de pop vacuo”, añade Tennant con el semblante serio.
“Y para escribir algo que resulte pegadizo en todo el mundo hace falta tener talento de verdad. Habrá gente que lo desdeñe, pero lo cierto es que es muy complicado o, como ya he dicho, se necesita cierto elemento de suerte. Siempre hemos admirado esa capacidad. A finales de los ochenta teníamos a Stock, Aitken y Waterman, los compositores de las canciones de Kylie Minogue. Los músicos eran implacables con ellos, pero nosotros siempre pensamos que eran buenos porque se les ocurrían un montón de ganchos, como a Abba en los setenta. Es fácil criticar, pero muy difícil hacerlo. Hay una entrevista con Paul McCartney de 1964 en la que se queja de que todos los discos de la Motown suenan igual”.
“¿Paul McCartney?”, pregunta Lowe sorprendido. “Sí, ya sé. Es todo pop manufacturado. Forman a los grupos, les ponen un equipo que les escribe las canciones, y la música es fantástica. Pero lo cierto es que hay música muy, muy mala hecha por gente que se las da de artistas profundos solo porque escriben canciones de amor lloronas con una guitarra acústica”.
Sugiero que su longevidad como artistas pop puede deberse al hecho de que siempre les ha incomodado la vanidad que conlleva ser una estrella del pop. “Siempre nos hemos reído del narcisismo”, dice Tennant. “Nunca habíamos vivido en una época tan narcisista como esta. La gente cuelga su estúpido selfi, y luego están todos esos seguidores. Es horroroso”. Pero esta vez parece que el sello discográfico se ha salido con la suya. Aparecen en la portada de Hotspot, aunque en la distancia, difuminados e irreconocibles.
“Ahora tenemos un filtro, pero al principio no tanto”, razona Tennant. “Nuestro segundo disco, Actually, que es…”. “Lo odio”, interrumpe Lowe. “Chris lo odia”, prosigue Tennant. “Es el disco en el que salgo bostezando. Entonces era un poco insolente sacar un disco de pop al mercado de masas en el que apareces como aburrido en la portada. Pero eso es lo que queremos: hacer lo contrario, no seguir la corriente. No se nos da bien seguir la corriente. Mantener tu integridad como artista pop es toda una lucha porque, a veces, los managers y el sello intentan que te des un atracón con lo último de lo último, con el último avance tecnológico y la última mierda de marketing en las redes sociales… Al final, para sobrevivir tienes que hacer lo que te has propuesto en primer lugar y no dejar que todo eso lo debilite. Si te mantienes firme, un día te das cuenta de que, después de todos estos años, aún sigues aquí”.